Entre el Putumayo y Nariño

De nuevo el mal clima me acompañó, hacía frio y el día pintaba lluvioso cuando partí.
A las siete de la mañana ya estaba rodando, luego de un desayuno consistente en galletas y té.
La carretera pavimentada termina en el último municipio del Valle: Santiago, a partir de ahí vuelve a ser de ripio, plano al comienzo y luego un poco más pronunciada.
Para pasar de un departamento al otro hay que atravesar el Páramo de Bordoncillos, tan hermoso como sus similares, pero duro de cruzar bajo la lluvia y a merced del frio y el viento.
Durante un rato estuve guareciéndome bajo los aleros de una casa deshabitada, calenté otro té y también lo acompañé con galletas.
Cuando la lluvia mermó un poco seguí adelante hasta llegar a la frontera, que está en un alto, allí me metí en una caseta de una virgen con la esperanza de calentarme un poco, pero como dejé de pedalear las piernas se me enfriaron con rapidez. Estuve en ese lugar dos horas, esperando que el clima cambiara, pero nada, decidí pues parar una camioneta y pedir que me llevaran a mi destino. Solo hacían falta 15 km. (todos en bajada) y los hice en el asiento trasero de un santuario rodante de calor y bienestar. Me fuí hablando con los señores que allí viajaban, ellos me contaron cosas de la región y yo les narré historias de mi viaje.
Llegué así al municipio de El Encano, en el departamento de Nariño, frio y bello pero sin un solo hotel en la cabecera, todos se encuentran en la zona turística de la Laguna de la Cocha... y por esos lados terminé mi dia de lluvia y barro.


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